Rajoy quiere llevar al límite la presión de C’s hasta dejar caer a Cifuentes
Llevar al límite la presión de Ciudadanos antes de dejar caer a Cristina Cifuentes, como un «mal menor» para salvar la Comunidad de Madrid. Es el plan de Mariano Rajoy en la crisis por el ‘caso máster’.
La estrategia imita la que se siguió ya con Murcia. Entonces, Gobierno y PP apretaron al máximo a los de Rivera hasta que no quedó más remedio que sacrificar a Pedro Antonio Sánchez, meses después de que comenzasen las presiones. El partido naranja amenazó también allí con apoyar la moción de censura presentada por el PSOE y apoyada por Podemos. Y Sánchez, imputado por corrupción, acabó relegando la presidencia en su número dos, Fernando López Miras, como una decisión de «responsabilidad». Aunque la realidad es que, detrás, estaba el empuje de la dirección nacional del partido.
La crisis, como allí, trasciende la mera esfera autonómica. Rajoy tiene marcada una línea roja, y es que no hay persona que esté por encima de la Comunidad de Madrid, bastión histórico del PP.
Perderlo ahora, en vísperas a unas complejísimas elecciones de 2019 -que sin duda marcarán las generales- es un ejercicio demasiado arriesgado.
Por eso, la misma negociación se ha dotado de un tono más solemne, dejándola en un mano a mano entre el coordinador general del PP, Fernando Martínez-Maillo, y el secretario general de Ciudadanos, José Manuel Villegas. Ambos han conversado en varias ocasiones en las últimas horas, según confirman fuentes conocedoras, para explorar una salida. Ambos se ocuparon también del caso murciano, donde se plantearon alternativas como una convocatoria adelantada de las elecciones, que en Madrid los plazos no permiten, o una suspensión temporal hasta la decisión judicial.
Esa es precisamente la principal diferencia. Sánchez estaba imputado, y aunque esa condición no es suficiente para el PP, sí lo es la apertura de un procesamiento formal. En el caso de Cifuentes, por ahora, ni lo uno ni lo otro.
C’s y el riesgo de la moción
Por eso, la intención es ganar tiempo a la investigación, en manos de la Fiscalía, y dilatar en lo posible las medidas excepcionales, como la moción de censura que impulsan los socialistas, y que requiere del apoyo de Ciudadanos. El partido de Rivera ya ha avisado de que Cifuentes tiene que dimitir. De lo contrario, apoyarán esa iniciativa. «Si Rajoy quiere seguir tapando la trama de corrupción (universitaria) habrá cambio de Gobierno» en Madrid, advirtió el líder naranja.
Pero no es secreto que Ciudadanos acoge con desgana esa propuesta, que les situaría en la misma foto con Podemos. Un extremo que tratan de evitar, a sabiendas precisamente de que será utilizado desde el PP para ubicarles ahora como cómplices de la izquierda radical y señalar sus devaneos políticos. Por eso, la salida más favorable sería un relevo natural, un sustituto hasta las nuevas elecciones. Rivera lo apoyaría. Y el PP seguiría gobernando.
«Si Rajoy pone en los próximos días una persona interina, en Madrid habrá estabilidad. No vamos a permitir que las pugnas internas entre sus barones y su crisis interna se traslade a Madrid», ha admitido el líder naranja.
El problema es que Rajoy no quiere entregar tan rápido la cabeza de Cifuentes, para que el gesto no se interprete como una cesión a Ciudadanos, en un momento marcado, además, por la batalla electoral entre ambos partidos.
Ambas formaciones se esfuerzan por mantener una relación compleja, a la vista de que todo conduce a que, tanto a nivel autonómico como nacional, se necesiten en un futuro. De ahí que no pasase por alto el durísimo ataque que Rajoy profirió a Rivera en el acto de clausura de la Convención Nacional, celebrada el pasado fin de semana en Sevilla.
El presidente del Gobierno cargó contra los «inexpertos lenguaraces», en clara alusión a Ciudadanos, que «tantos consejos regalan». Incluso ironizó con que «el alcalde del pueblo más humilde de la sierra de Grazalema tiene más experiencia» que ellos.
Rajoy enfiló también a este partido por «escudriñar y buscar fuera de nuestro país las recetas que se supone que necesitamos, como quien compra imanes para decorar un frigorífico» y les acusó de haberse apropiado de la gestión de la crisis catalana, que destacó como logro de su Gobierno.